jueves, 31 de julio de 2014

Astazu chicot (3.015m)

Para no perder las costumbres, llega con casi un mes de retraso esta aventura que dio estreno a la temporada de montaña.
Fue el miércoles 18 de Junio.
El objetivo: los Astazus.
Los montañeros: Victor y Sergio.
Los tiempos: oscuros.
Ahí va la crónica, disfruten:

Prueba de nuestras azañas
Recién estrenado el verano, y con las ganas acumuladas de todo el curso, las cabras de Artieda volvieron a tirar pal monte y aunque con un poco de retraso, llega a la red esta nueva aventura. Y empiezan duro. Con nada más y nada menos que otro de Los Grandes del Pirineo. Una cima que aunque por los pelos, pasa la barrera de los 3.000 y dónde volvemos a sentir la alta montaña y el lado más inhóspito de esta cordillera.

La ascensión comienza con una senda muy marcada pero bastante tecnicabLaBLABLABLA.
No, en serio, a este monte sólo subimos Sergio y yo hand to hand y encima escribo yo así que a partir de aquí no esperéis nada medianamente serio ni cierto al 100%.

Tras vivir innumerables aventuras tales como atravesar desiertas cafeterías de universidad, defecar en urinarios públicos mientras un grupo de preescolares golpean la puerta impacientes y salvajes, soportar amenazas de llamar a la guardia civil por parte de iracundos funcionarios de instituciones predemocráticas, internarnos en templos de oscuras órdenes religiosas y dejando atrás un compañero de viaje que bien parecía un errante hidalgo propio de la novela caballeresca de otros tiempos (bueno, en realidad era un interiorista en paro con doble nacionalidad: catalán y español); finalmente, el destino, como un silencioso mar, nos puso al fin a orillas del Pirineo.
[Los caminos del señor son inescrutables. (Mateo 4.12)]




Hallábanos al fin a los pies del balcón de Pineta y aunque la tarde era buena, Monte Perdido nos vigilaba desde lo alto sólo cuando las nubes que le rondaban marcaban un poco de distancia.



Allí, otra vez volvíamos a sentir, como siempre, ese irrefrenable y profundo sentimiento que llevó a los creyentes a levantar las catedrales y a los paganos que trajo la modernidad a construir los rascacielos. Ese mismo impulso que empujó a los cosmonautas a lanzarse a la estratosfera. En definitiva, ese primitivo instinto por el que los niños trepan a los árboles y los borrachos suben a la barra.

Así que dejándonos llevar por completo por estas pulsiones, preparamos nuestros macutos, pusimos los ojos allí arriba, y empezamos a subir.


Aquí estoy yo preparando la ruta.
Y aquí Sergio haciendo el tonto mientras yo preparo la mochila

 Outlet de Barrabés. Al fondo, dos montañeros que bajaban de hacer la trilogía de las Tres Sorores en el día

La idea era tomar por las armas el refugio libre de Tucarroya y pernoctar en el mismo, así que las 16:00 fue una buena hora para empezar a andar


Yo y él (foto de salidos)

Como no nos perdimos nada más empezar *(nótese aquí la ironía), en unos minutos habíamos comenzado a subir la ladera.
Tuvimos que coger agua del barranco porque el listico de Sergio no quiso parar el coche en ningún sitio a rellenar las botellas.
También quiero aprovechar para explicarle a la encargada del parking, si nos lee, que decir a los montañeros que encontrarán una fuente a 20 minutos por el camino, cuando es mentira, no es una broma divertida. Gracias.


Pura nieve deshecha que quita la sed que da gusto..

Ya metidos en la pendiente, nos encontramos con el primer nevero.

Cascada del Cinca y unos que bajaban del Perdido.


Pronto vamos cogiendo altura y dejando abajo el fondo del valle
Un animal salvaje que encontramos. ¿Marmota? ¿hurón? Si nos lee algún experto, por favor, que lo aclare en los comentarios.
En algunos tramos la subida se pone bastante vertical pero sin dificultad a excepción de algún neverico en estas fechas, que vamos sorteando para evitar exponernos ya que Sergio tiene mucho que perder.


Al final de la cuesta, justo antes de llegar al balcón, el último corte hay que andarlo por en medio de un nevero del que ya estábamos avisados así que nos calzamos los cramps, que no nos quitaremos casi ni para dormir hasta el día siguiente a la bajada.


Sergio poniéndose las botas de clavos

Cruzando el nevero y saludando (ieeee!!)

Esta fotico da cuenta de la verticalidad por la que nos movemos y del desnivel que llevamos ya

Y a partir de aquí, la amable nube que hasta ahora nos había respetado nos absorbe por completo. La oscuridad y el más absoluto silencio nos envuelven.
No vemos otra cosa que nuestros pies y no escuchamos más allá de nuestras propias respiraciones y el sonido del viento en los oídos.

¿El hombre de las nieves?

Flujo

El problema aquí es que había varias huellas marcadas y en algún momento dudamos de cuales seguir. Al final nuestro increíble sentido de la orientación nos va acercando hasta el ibón y en un momento de claro llegamos intuir el estrechiquico collado donde descansa nuestro hostel este día: El refugio de Tucarroya (que aún conserva su nombre en aragonés).


Ahí, pequeñiquico, pequeñiquico tapadiquiquico por la niebla


Tras coger más agua (de mineralización débil, como la de Fontbella) en el ibón. Comenzamos a acercarnos a la pensión.

Subiendo las escaleras de nieve hacia la recepción

Esto es lo que vimos al llegar


Al abrir la puerta del hotel nos encontramos (nunca mejor dicho) un caluroso recibimiento.
Nada más ni nada menos que 25 miembros del Regimiento Militar de Montaña de Jaca habían arrinconado el mobiliario del refugio para hacerse hueco y se acomodaban repartidos entre las literas y el suelo.
Nuestras fantasías durante la subida, de encontrar un pequeño grupo de montañesas del Pirineo francés se desvanecieron en un segundo.
La teniente, atenta desde el principio, nos ofreció en seguida sacar las mochilas de sus chicos fuera para poder hacer un hueco a sus dos nuevos compañeros de habitación.
Aunque sólo eran las 19:30, prácticamente todos estaban dormidos pues, como nos contó más tarde la teniente, llevaban ya dos noches vivaqueando y estaban cansados. Así que entre que se despertaban y no, nosotros decidimos esperar fuera cambiándonos la ropa prácticamente empapada por el sudor y la niebla y también “haciendo un poco de boca”, jeje.

Entonces suben por el collado francés dos vascos de Getxo que venían desde Gavarnie y que al día siguiente pensaban subir al Perdido por la Norte. Nada más vernos su primera reacción fue extrañarse de que nos estuviésemos cambiando de ropa afuera con el temporal que hacía.
Pero esta extrañeza se tornó en un instante en el más puro y sincero asombro al enterarse de que el motivo era que dentro había 25 personas (¡en Junio y entre semana!) y que estábamos esperando a que sacasen las mochilas para entrar.

A partir de aquí, cuando entramos al refugio, se produjeron ciertos momentos de crispación, y por eso, y muy a mi pesar, he decidido aparcar las tonterías y tratar este tema de forma seria.

Mis conclusiones personales por si a alguien le interesan, son dos:

La primera y más importante, que a 2.600 metros, pasadas las 20:00 de la tarde y con temporal, no son ni lugar ni momento apropiado para discursiones y enfrentamientos que, además, no iban a a solucionar un problema que (nos gustara más o menos) tenía una única solución: apretarnos y dormir todos juntos.

En segundo lugar, y como ya le expresé después a la teniente en un momento más tranquilo y en un tono absolutamente cordial, bajo mi punto de vista veo normal el enfado.
Bien es cierto que según me contó, sólo subieron hasta el refugio después de haber comprobado estaba vacío. Pero bajo mi punto de vista, las 18:00 de la tarde me parece demasiado pronto para descartar que pudiera llegar nadie más. En cualquier caso, si yo fuera en un grupo de 25 personas y teniendo experiencia y conocimiento en la montaña; salvo en un caso de emergencia y si no nos es posible bajar, decidiría deliberadamente entrar a dormir en un refugio libre de 12 plazas. Pero ni con 25 ni seguramente se me ocurriría con 10 u 8 personas.
En un refugio libre, a diferencia de uno cuidado, todos tenemos derecho a darle uso sin previo aviso y de forma gratuita, pero también tenemos el deber de no limitar este derecho a otros montañeros.

Por otra parte, me gustaría también aclarar que hay dos formas diametralmente opuestas de entender el montañismo que se corresponden (en la mayoría de los casos) con quien lo practica y quien no lo hace.
Visto desde fuera, hay a quien ésto simplemente le parece una extraña afición. Otra forma de ocio, o una especialidad deportiva más.
En el otro lugar, y dejando a un lado el simbolismo que rodea a la montaña y lo que cada pico pueda llegar a significar para cada uno de nosotros, el montañismo es también una manera de pensar. Una forma diferente de relacionarse con la naturaleza, con los demás, y con uno mismo.
Quien se identifica con estas palabras sabe que no sólo me refiero a saludar cuando te cruzas alguien por el camino y a compartir almendras en el almuerzo. Cuando subimos al monte no hay diferencias en idioma, procedencia, aspecto físico ni condición económica o social.
Todos compartimos el sentimiento que nos lleva allí arriba y nos acerca a los límites del terreno y a los nuestros propios. Y eso une mucho más de lo que pueda separar cualquier otra circustancia.
Y cuento todo esto porque quien lo conozca, sabe perfectamente que esta crítica no tiene absolutamente nada que ver con el color de nuestras prendas, o con razones políticas o ideológicas.
Así pues, y para cerrar este tema, fue también por esta misma filosofía por la que, tras hablarlo (como digo) con la tranquilidad merecida, terminamos todos juntos compartiendo la cena con quien tuviera algo de gana dentro del refugio.

Los vascos, de los que es conocido por todos su buen comer, para nuestra sorpresa sólo llevaban choped del eroski así que nos vimos obligados a alimentarlos como merecía la travesía que estaban emprendiendo (¡¡ay como se enteren las amatxus lo mal que coméis...).

De postre, como quien saca un conejo de la chistera, Sergio metió la mano en la mochila y sacó media sandía que él mismo se había empeñado en subir hasta ahí.
Los vascos flipaban.

Con Pablo y Jose, los compas de Getxo, disfrutando de embutido aragonés casero (como el porno bueno) y de queso de        O Xortical.

Nos pusimos como cutos.

Tras una noche más de descanso que de sueño propiamente dicho, nos levantamos a las 6:30h ya solos. Los vascos se fueron a las 3 y pico prácticamente de gaupasa y los de Jaca a las 6.
No quedaba ni rastro de las nubes del miércoles, y a la luz de Lorién, que también había madrugado más que nosotros, pudimos ver por fin la espectacular plana de Marboré nevada.

Buenos diyas, Monte Perdido

TUCARRRROOOOOOOOYAAaAA!!
Tucarroyiquiquiquiquicaaa
Las literas donde "dormimos", con colchones, almohadas y mantas. Todo en muy buen estado.

Yo DESAYUNANDO SANDÍA en la terraza, sí.
Vista desde el refugio al canto francés del collado
Los getxotarras encarando el glaciar del Perdido. Los vimos toda la mañana y según sabemos, luego subieron al Cilindro antes de bajar a Góriz

Tras terminar el conveniente desayuno y sin perder más tiempo de esa espectacular mañana, nos ponemos otra vez los crampones y comenzamos a andar a las 7:10


Dejamos atrás definitivamente el colláu donde se sitúa Tucarroya (esta foto está hecha a la vuelta pero sirve).

Y tras bordear el ibón, empezamos con la primera pala.



Tras salir del agujero en el que queda el ibón, nos metemos en el sol y avanzamos rápido por la plana de Marboré. Aunque la pendiente no es mucha, las vistas nos tienen totalmente absorbidos.
Mandándole un guasap al jardinero que no se olvide de regar los setos
Preciosa vista atrás dela plana, con Monte Perdido y el Cilindro

En una horica más o menos llegamos al collado de los Astazus y damos vista al espectacualareeÉËérrimo!! Circo de Gavarnie. No voy a intentar describirlo, esto hay que verlo.

Aquí estoy yo llegando con esa evidente y manifiesta emoción
Aquí el guapo con el circo detrás suyo, consciente de que está posando ante la cascada con la caída libre más alta de Europa y ante la legendaria Brecha de Rolando (¡pa leyenda tú, hermoso!)
Porno
Comenzamos a crestear, al principio por la margen sur pero en seguida el paso evidente sube al filo de la afilada cresta, con unas vistas sólo aptas para funambulistas.

Empezando la cresta.

Como digo, los 1.700 metros (que se dice pronto) de caída prácticamente vertical hasta el pueblo de Gavarnie, ponen los pelos de punta

A las 8:30, sólo una hora y media después de empezar a andar, llegamos a la cima. Aquí nos planteamos si continuar hasta el Astazu grande, sólo 50 metros más alto pero del que nos separa una cresta algo estrecha que no vimos muy clara porque tenía tramos aún cubiertos de nieve, y el celebre collado de Swan (también nevado).

Cima con el Gran Astazu al fondo

Y una vez arriba nos echamos unos selfies, que está de moda y, ¡oye! seremos de pueblo, pero no nos quedamos atrás..



Astazu chicot, 3.015 m ¡¡Imos equipo!!

Y también unas panorámicas de poster:

Vista atrás desde el Gran Astazu hasta el Cilindro pasando por el Perdido y la plana de Marboré
Vista norte desde el Perdido hasta el Tailón con todo el Circo de Gavarnie que eso conlleva



Estas vistas, otra vez nos hacen volver a sentirnos minúsculos ante tan inmensas montañas. Y a la vez, en cierto sentido, también muy grandes por llegar a coronarlas y ser los únicos allí arriba. Tenemos lo que buscábamos. Descartamos definitivamente el Astazu grande y empezamos a bajar.





Aquí unas flores, tan fuertes como bonitas, que han elegido para crecer la inhóspita roca a más de 3000m.

La mañana se iba templando así que para la bajada nos quitamos parte de la ropa que llevábamos al subir y también los crampones, pues la nieve estaba ya un poco más blanda y no hay grandes pendientes.

MYHYV

El ritmo también fue un poco más lento que hasta el momento ya que la rodilla me volvió a dar problemas y tenía que andar china chana.

Éste soy yo llorando
A las 10 llegamos al balcón y encontramos una esplanada sin nieve que nos parece perfecta para almorzar.

Estas son nuestras vistas hacia los coches. El nombre de balcón no se lo pusieron al tun tun

Volvemos a almorzar SANDÍA, sí.

Tras dos horas de bajada, y de presenciar como el helicóptero rescataba a un montañero con lipotimia al que deseamos que se encuentre bien, antes de la 13:00 del mediodía llegamos al coche.

Foto de allegados

Aunque yo con la rodilla esclatada y ambos con muchas horas de andar y pocas de sueño, el “gen Domingo” no nos permitió detenernos ni un segundo. Así que montamos en el astra, abrimos las ventanillas, pusimos La Ronda a todo trapico y tomamos rumbo a Chistén, a comer con unos amigos y a charrar una mica de aragonés en este precioso lugar que conserva su lengua como una joya en lo más profundo de estos valles.

Echando una cerveza en blanco y negro en Chistén

Y de aquí, cansados pero muy satisfechos con la salida, cada uno pa su casa y todos a la del Gordo.

Eso sí, no sin antes poner los dientes un poco largos a los seteros del pueblo, que (menos Falo, vale) no se han visto en una de estas en la vida:

*Aquí tenéis la web de Pablo (uno de los mocés de Getxo) que también es guía de montaña:

 www.wilextours.com

Ala, AU! Hasta la próxima.

Lo mismo de siempre pero más fuerte si cabe:

¡YESA NO!

1 comentario:

  1. Muy buen articulo chicos!!! Menos mal que el gran día de monte que tuvimos nos alegro la pesada noche que se nos presento en ese mítico refugio. Y por supuesto que muchisimas gracias por la Sandia,jaajaj fue increible!.
    Espero poder seguir viendo las ovejas de Artieda en los pastos de su pueblo por mucho tiempo!!!

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